Una de las cosas que nos motivó a introducirnos en la materia energética, fue ver cómo la mayoría de nosotros concebíamos diversas situaciones que -en algunos casos- llegan a rayar la cancha de los dogmas. Por ejemplo, la Energía Nuclear en Chile. “¡No! Pues, no quiero tener a un Homero Simpson vigilando la planta”. O bien, “¿te imaginas ocurre un terremoto, la catástrofe que implicaría aquello?”; “no quiero un Homero comiendo donuts mientras ocurre algo en el reactor”; “¿Qué pasa con el daño al medioambiente?” Todas estas son sólo algunas ideas que representan percepciones generalizadas sobre la Energía Nuclear y que pueden percibirse en distintas situaciones, alimentadas muchas veces por series de televisión y películas.
Es cierto, la Energía Nuclear representa algunos riesgos, como por ejemplo una muy baja probabilidad de ocurrencia de accidentes nucleares. Sin embargo, hay que reconocer que nosotros como habitantes de una nación en desarrollo, necesitamos ampliar nuestro campo cognitivo para entender profundamente esta alternativa, dejando de lado los prejuicios y los mitos.
En primer lugar, debemos comprender qué es realmente la energía nuclear y qué puede aportar, cuáles son las tecnologías actuales y en desarrollo y cuáles son –efectivamente- los riesgos que implica desarrollar esta forma de generación eléctrica. La información resulta fundamental. Una buena administración conjunta entre el sector privado y el público en estos temas puede minimizar significativamente la probabilidad de ocurrencia de una serie de eventos indeseados, ya sea por causas humanas o naturales (como los terremotos). Las respuestas a estas preguntas son claves para desarrollar esta alternativa, por lo menos así ha quedado demostrado a lo largo del tiempo en diversos países como Francia, China, Alemania, Estados Unidos, Brasil, Argentina, entre otros.
Ahora bien, lo importante es entender que la Energía Nuclear, así como otras fuentes de energías (incluyendo las fuentes fósiles, con captura y secuestro de CO2), puede ser catalogada dentro de las energías “sustentables”, en la medida que cumpla con las condiciones para ser considerada como tal, esto es: autonomía del recurso natural energético que implique costos viables y una máxima cobertura para la sociedad con la tecnología apropiada, y que exista control del impacto ambiental en todo el ciclo de vida del recurso natural energético. Si pensamos en otro tipo de energías, como la solar y eólica, por ejemplo, debemos considerar que existen dos aristas complejas: Intermitencia y Almacenamiento. No tenemos sol en la noche y los flujos de viento no son constantes. Por ende, al momento de plantear una matriz energética para el país, debemos aceptar -necesariamente- que existen más alternativas para suplir el aumento de la demanda que nos viene encima, incluyendo, entre otras, la Energía Hidráulica, que puede aprovecharse significativamente en Chile, la Energía Geotérmica y la Energía Nuclear.
El tiempo avanza y urge mayor objetividad, en desmedro de las pasiones. La tecnología existe. Debemos comprender que éstas nos pueden guiar, de manera sustentable, hacia el desarrollo que tanto anhelamos como país. Debemos tener alturas de miras para entender que requerimos fuentes energéticas que liberen el mínimo de CO2 al ambiente. El foco está en mitigar los efectos del cambio climático que ya estamos viviendo. La Energía Nuclear es una alternativa. No temamos, derribemos mitos.
Comité Editorial
CIEN Chile